El imperativo de nuestros días es claro: disfruta. Es una constante en la publicidad y virtualmente en cualquier espacio de la sociedad de consumo en la que vivimos. Disfrutar se ha vuelto sinónimo de bienestar, y si no disfrutamos, puede que necesitemos ir al psiquiatra, o, cuando menos, sentirnos miserables respecto a nuestra propia vida.
¿Pero qué pasa si no queremos ni disfrutar ni tener una vida plena, tranquila, con el afecto de algunas personas y seguridad en nuestra forma de vida? La psicoterapeuta Cloe Madanes ha hecho un interesante ejercicio de psicología inversa y se ha propuesto remarcar algunos hábitos de la gente altamente miserable, es decir, de aquellas personas que, lejos de disfrutar la vida en sus pequeños y grandes asombros y placeres, se dedican a hacérsela miserable, tanto a ellos como a los que tienen la mala suerte de estar en torno suyo.
Y es que ser miserable, lo que se dice auténticamente miserable, es un trabajo de tiempo completo: una forma de arte, incluso, si observamos con atención, notaremos el cuidado con que las personas se convierten en verdugos de sí mismas. No hace falta que existan guerras en nuestro entorno, enfermedades y hambrunas: la imaginación humana es capaz de hacer la existencia más próspera un auténtico calvario, un constante valle de lágrimas.
He aquí algunas sugerencias que harán de nuestra vida una experiencia insufrible para nosotros y para los quienes nos rodean:
1. Ten miedo de perder tu trabajo
El apremio económico puede generar miseria en las condiciones materiales de la vida, pero aunque tengas un trabajo estable y agradable puedes ponerle un poco de sabor a la vida quejándote todo el tiempo de lo que haces (hablaremos de las quejas más adelante), además de temer perderlo. El mercado laboral siempre está fluctuando y no sabemos cuándo nuestra cabeza será la siguiente en la guillotina. Repetirte tus errores constantemente, actuar de manera servil o francamente hipócrita con tus compañeros o simplemente imaginar lo que será morir de hambre en las calles cuando te despidan es una práctica diaria que requiere toda tu angustia.
2. Practica el aburrimiento
Las personas miserables suelen tener un aura de sabelotodos: nada los asombra, y lo que asombra a los demás debe ser rápidamente denunciado como lo que es, una copia burda de algo más. Cultivar el sentimiento de que todo es predecible, de que todo ya ha sido hecho por alguien más, de que el tedio es insufrible, puede hacerte ver a tus propios ojos como una persona culta que ha agotado todas las formas de asombro (sin mencionar que, dejando el asombro fuera de tu vida, nunca estarás en riesgo de verte expuest@ a que algo maravilloso te ocurra).
3. Adopta una identidad negativa
Si no sabes por dónde empezar puedes asumir algún diagnóstico físico o mental y vivir de acuerdo a él: si estás deprimido vuélvete una Persona Depresiva; si te sientes ansioso, vuélvete una Persona Ansiosa. Simplemente deja que tu diagnóstico condicione todos los aspectos de tu existencia y lograrás vivir como un convaleciente, con todas las ventajas que aporta: la gente estará preocupada constantemente por tu frágil estado, y en vez de ser una persona compleja, con días buenos y malos, puedes dar por descontado que incluso los días buenos serán pocos si tu identidad negativa comienza a tomar el control.
4. Discute por cosas tontas
No hablamos de un debate filosófico sino de un asunto de poder: para las personas altamente miserables, tener la razón es más importante que dialogar con el otro para encontrar una verdad común o un terreno de interlocución. Es especialmente útil cuando estás en una relación de pareja, pues el otro siempre manifiesta pequeños detalles que son suficientes para arruinarle el día a los que quieren ser miserables. Discutir es un inmejorable sustituto del amor, pues las constantes peleas erosionarán un afecto mutuo que de otro modo podría crecer y volverse imprevisible y, por tanto, peligroso.
5. Desconfía de las intenciones de los demás
Uno nunca sabe si un comentario, un halago o una pregunta que nos hacen no es en realidad un insulto o una forma velada de humillación. La gente altamente miserable siempre está pendiente de lo que los otros no dicen, más que de lo que dicen efectivamente. Esto puede complementarse con el chisme: no hay nada más miserable que hablar de las segundas intenciones de los demás cuando éstos no están escuchando. Se sabe que, eventualmente, la gente miserable está tan sola que termina relacionándose únicamente con personas tan miserables como ellos mismos (y desconfiando de ellos también, claro).
6. Evita la gratitud a toda costa
La gratitud puede ser el elemento común de todas las vías religiosas, y algo que inmediatamente te ayude a ver lo positivo dentro de las situaciones negativas. Es por eso que debes evitar sentir gratitud a toda costa: nunca digas gracias, por ejemplo: la gente a tu alrededor tiene la obligación de servirte por tus evidentes dotes en (coloca aquí el talento que nadie te reconoce), y sólo un idiota creería que hay tal cosa como "bendiciones": la vida (eso lo saben mejor que nadie los miserables de corazón) es sufrimiento en la antesala de la muerte. ¿Qué hay que agradecer en ello?
7. Si todo falla, culpa a tus padres
En cierto sentido, una persona miserable es un niño en busca de afecto. Pero ese niño puede aprender también que sus errores no son suyos (y por tanto no hacerse responsable por ellos), sino que sus defectos y fallas son culpa de quienes nos criaron: los padres. No eres tú quien decide cada día el curso de tu propia existencia, sino que estás sobredeterminado por los errores de la crianza y educación que le dieron tus padres. Repite lo anterior varias veces al día y terminarás odiándolos verdaderamente (y nada mejor para una persona miserable que el odio gratuito).
8. No disfrutes de los placeres de la vida
¿Música, comida, paisajes naturales, arte? Esas son cosas superficiales para gente tonta que no sabe nada de la vida. Las personas altamente miserables saben que todo placer es transitorio y, de alguna forma, egocéntrico, pues son una distracción que no puede nunca compensar el miserable estado del mundo actual. Nada mejor que recordarse constantemente que el mundo es un lugar horrible, lleno de pobreza, enfermedad y devastación para echar a perder cualquier momento de placer.
9. Glorifica o sataniza el pasado
Dicen que todo tiempo pasado fue mejor, pero el pasado también es el lugar de las oportunidades perdidas, desperdiciadas o ignoradas. Si algún día experimentas placer con el estado actual de tu vida, recuérdate cuando no tenías dinero, cuando te divorciaste, cuando te despidieron de algún trabajo o te pusieron una mala nota en la escuela, sin importar que hayan pasado 20 años. "Los malos recuerdos son para siempre", podría ser un buen eslogan para tener a la vista en cualquier situación.
10. Quéjate. Quéjate. Quéjate
Las personas miserables saben que la crítica podría abrir un fecundo espacio de diálogo: por eso se esfuerzan en permanecer en los lindes de la queja, que no es sino la expresión de su fascinante mente maestra para hallar algo negativo en cualquier situación. Las quejas funcionan también como recordatorios valiosos que los demás siempre estarán dispuestos a escuchar de ti: piensa que no hay nada más fascinante que escuchar a alguien quejarse sobre la política, el clima, sus relaciones o su trabajo. Por otra parte, quejarse tiene la ventaja de hacerte perder la oportunidad de generar en tu vida los cambios que podrían hacerte una persona menos miserable, además de ser un hábito que puede realizarse a solas o acompañado.
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