Alejandro Magno, en tan sólo 13 años de conquistas, formó uno de los mayores imperios de la historia de la humanidad. Ante el asombro de los consejeros heredados de su padre, el rey Filipo II de Macedonia, que suplieron al principio su inexperiencia militar, conquistó Egipto, Oriente Próximo, Anatolia y también Asia Central, llegando casi hasta la India.
Desde muy joven, Alejandro tuvo responsabilidades políticas e incluso su padre lo hizo dirigir la caballería macedonia en la batalla de Queronea. Filipo murió asesinado cuando Alejandro tenía 20 años, pero éste era joven y al sucederle no pensó en su propia muerte. Creía que aún le quedaba mucho tiempo por delante y no dejó nada dispuesto para el futuro.
El 13 de junio del 323 a. C., estando Alejandro en el palacio de Nabucodonosor II de Babilonia, falleció. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre las causas de su muerte; pudo ser por envenenamiento, por un brote de la malaria que había contraído años antes o quizá por una enfermedad conocida como fiebre del Nilo. El 2 de junio, tras participar en un banquete en el que bebió copiosamente, cayó enfermo. Se le administraron baños de inmersión -tratamiento muy arraigado entre los griegos- y se ofrecieron múltiples sacrificios a los dioses, pero todo fue en vano. Días antes de morir, Alejandro dio órdenes escritas a modo de testamento a uno de sus generales llamado Crátero. En ellas detallaba cómo debía expandirse el imperio, cómo debía ser la monumental tumba de su padre o la necesidad de mezclar poblaciones entre Asia y Europa para crear lazos de amistad y unidad, pero no hablaba de quién debía sucederle.
Llegado el momento de la muerte, y al carecer Alejandro de un claro sucesor, los historiadores explican que sus generales le preguntaron a quien iba a legar su reino. Y su respuesta fue lo que desencadenó una guerra que duró 50 años: Alejandro pudo decir “Krat’eroi”, que quiere decir “al más fuerte”, o Krater’oi, que significa “a Crátero”. En griego ambas expresiones se pronuncian igual, únicamente se distinguen por la acentuación de una sílaba. Los generales presentes, entre los que no estaba Crátero, prefirieron la opción “Krat’eroi”, es decir: “al más fuerte”.
Aunque Crátero hubiera sido seguramente la mejor opción, éste no demostró interés en sucederle y el imperio se repartió entre sus generales. En los años sucesivos, todos los familiares directos de Alejandro Magno fueron asesinados, incluido su hijo póstumo, Alejandro IV. Las guerras entre sus generales por volver a unificar el imperio se sucedieron durante 50 años y de ellas perduraron únicamente tres dinastías: Tolemaica, Antigónida y Seléucida.
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