Tengo teléfono celular desde hace
varios años ya, casi desde el inicio de esta moda. Recuerdo que comencé usando
equipos bastante simples y básicos cerca del año 2000 (16 años atrás, como pasa
el tiempo...), los que si bien ahora servirían prácticamente de adorno, en esos
tiempos cumplían con su misión de comunicar. Sin mayores parafernalias ni
aplicaciones, teléfonos de marcas como Motorola, Ericsson o Nokia fueron mis
fieles compañeros de andanzas, en donde la mayor diversión que podíamos obtener
de ellos era jugar con los típicos juegos incluidos, especialmente el “Snake”
(o la culebrita que va creciendo a medida que va “comiendo” piezas cúbicas)
Me vino a la memoria toda esta
experiencia, ya que el otro día me
estuve preguntando a mí mismo, en uno de mis momentos de reflexión de calle,
del cuándo se produjo el cambio tecnológico hacia equipos de mayores
prestaciones y funciones. Me parece como si fuera ayer cuando recién llegaron
los teléfonos con tonos polifónicos, los que llamaban bastante mi atención al
escuchar algún tema tipo MP3 como ringtone y no el clásico sonido en formato
MIDI. O también recuerdo cuando aún estaba jugando con el clásico “Snake”
monocromático y aparecieron los teléfonos a todo color como un gran avance
tecnológico, trayendo de la mano además una sensación de estatus y poder al
sentir en nuestras manos un equipo tan avanzado.
A medida que fue pasando el
tiempo y fui dominando este tipo de celulares, sentía que necesitaba algo más o
que tenía que existir la manera de sacarle más provecho a esta tecnología,
pero no sabía cómo. Hasta que llegó un
momento en que comencé a escuchar hablar acerca de la primera fruta tecnológica
que estaba de moda y que iba alcanzando poco a poco más y más popularidad: el
blackberry (o zarzamora, de ahí lo de fruta). Este teléfono (inicialmente el
modelo 8100) ya podía dejar de llamarse simplemente “teléfono” ya que contaba
con múltiples funciones bastante interesantes y útiles para quien escribe. Lo
principal, el simple hecho de poder contar con el correo a mano y en cada
momento ya era un gran avance para mí. Además, el poder visualizar fotos en
mayor resolución, jugar a juegos de mayor complejidad y diseño, escuchar
música, ver videos o incluso leer en el mismo dispositivo (con letra bastante
pequeña por cierto) ya era un gran avance. Una maravilla de la tecnología.
Photo credit: Colin-47 via Foter.com / CC BY-NC-ND |
Pasado un tiempo, cambié al
modelo 8220 el cual ya se veía bastante más avanzado y hasta más elegante, pero
manteniendo en el fondo las mismas funcionalidades. El único inconveniente que
encontraba en estos equipos fue en primera instancia el roller principal, o
joystick (o “bolita”) con la cual navegábamos a través de la pantalla: con el
tiempo tendía a ensuciarse y fallar levemente, por lo que había que ser cuidadoso
y limpio al momento de manipularla. El otro inconveniente fue la poca
maniobrabilidad de dicho accesorio, ya que para realizar variadas funciones en
el teléfono, especialmente de trabajo, podíamos tardar bastante.
Esto me llevó a conocer la
segunda fruta tecnológica. Un equipo totalmente en la cima de los teléfonos
celulares, con funciones y aplicaciones muchísimo más avanzadas, y con una interfaz
limpia y minimalista: el iPhone 4 de Apple (o manzana, de ahí lo de fruta
nuevamente...)
Al momento de usarlo y cambiar
toda la forma que tenía de interacción con un teléfono celular, pude darme
cuenta lo potente y avanzado de este equipo. Con un simple movimiento de los
dedos podía activar cualquier función que quisiera y lo más importante: podía
avanzar muchísimo más rápido en cualquier funcionalidad que necesitara. Por
ejemplo, al escribir un correo. O querer leer un e-book (además que la pantalla
ya era mucho más grande que la de mis equipos anteriores). O querer tomar y
luego visualizar una foto. O jugar cualquiera de los muchísimos videojuegos
existentes en la red, especialmente en la tienda oficial de Apple: AppStore. En
fin, el iPhone 4 fue una gran revolución dentro de los equipos de telefonía
celular que fueron llegando a mis manos.
Photo credit: Thomas Hawk via Foter.com / CC BY-NC |
Luego de esto seguí con el iPhone
5 para terminar en la actualidad con el iPhone 6. Y no descarto seguir a futuro
cambiando de equipo dentro de los modelos de Apple. Si bien es cierto, son
bastante caros y quizás mucho más que cualquier otro equipo similar de otra
marca, personalmente considero que es uno de los mejores equipos del mercado.
He tenido la oportunidad de tener en mis manos otros teléfonos celulares de
otras variadas marcas, principalmente con sistema operativo Android, y al
comparar ambos desde mi punto de vista totalmente subjetivo, prefiero de todas
maneras el equipo de Apple. Es cuestión de gustos y acostumbramiento, todo a
nivel muy personal.
Así como hay gente que no
cambiaría su teléfono celular por ningún otro, yo no cambiaría el mío.
¿Y tú, cuál teléfono tienes y
cuál prefieres?
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